León se quema
Los incendios siguen desolando a la provincia de León
Este verano de 2025, la provincia de León vive días que dejan un sabor amargo y una preocupación compartida. No es solo el calor que aprieta ni las tormentas secas que dejan más riesgo que alivio, es el fuego, ese visitante indeseado que, en cuestión de horas, cambia paisajes, pone en vilo a pueblos enteros, obliga a mirar el cielo con recelo y deja sin nada a muchas personas y familias.
Agosto ha golpeado León con una fuerza desmesurada. En el entorno de Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad, las llamas obligaron a evacuar a vecinos de Yeres, temiendo por sus casas y por un paisaje que es parte de la identidad leonesa. La situación mejoró lo suficiente como para que algunos pudieran regresar, pero la preocupación por lo que pudo pasar y por lo que se ha perdido quedará grabada en sus corazones y en sus mentes de por vida.
En Molezuelas de la Carballeda, un incendio originado en Zamora se extendió hacia el sur leonés, afectando especialmente a la zona de Nogarejas. El operativo de extinción vivió su momento más duro con la pérdida de un voluntario atrapado por el fuego. Un golpe que recuerda que, detrás de cada línea roja en el mapa, hay personas que arriesgan su vida para proteger a todos y lo que es de todos.
El humo no entiende de fronteras. En Ponferrada, Astorga y hasta la capital, el aire se llenó de una neblina densa con olor a madera quemada. En Santa María del Páramo llegó a caer ceniza, diminutas huellas de un incendio que se libraba a kilómetros de distancia. Las autoridades sanitarias recomendaron limitar las salidas al exterior en algunas localidades, recordándonos que los incendios no solo afectan al monte, sino también a la salud de quienes respiran su humo.
León es la mayor superficie afectada de Castilla y León
Las cifras son duras pues más de 7.000 hectáreas han sido calcinadas en la provincia en este mes de agosto sin haber llegado aun al día 15, tratándose de la mayor superficie afectada en Castilla y León este mes.
Más de 3.800 personas evacuadas en distintos puntos de la comunidad, entre ellas vecinos de pueblos leoneses. Y, sobre todo, un daño ambiental que llevará años o tal vez décadas en recuperarse.
A pesar de todo, también hay lugar para la esperanza. Los operativos de extinción, formados por brigadistas, bomberos, voluntarios y vecinos, han mostrado una vez más que la respuesta solidaria es inmediata. Se han visto cadenas humanas pasando cubos de agua, familias ofreciendo comida y descanso a quienes venían de luchar contra el fuego, y manos anónimas trabajando juntas para salvar una casa, un corral o un pequeño huerto.
León y su futuro
El futuro de León, en este contexto, pasa por la prevención y la conciencia. Los incendios no son solo una consecuencia de la meteorología extrema; muchas veces se originan en descuidos humanos o, en el peor de los casos, en actos intencionados. Cuidar del entorno, mantener limpias las zonas de monte y respetar las medidas de seguridad no es una opción: es una responsabilidad compartida.
Hoy León se quema, pero también resiste. Entre el humo y el silencio que dejan las llamas, late la determinación de reconstruir lo perdido. Porque cada encina que brote, cada sendero que vuelva a llenarse de vida y cada pueblo que recupere su paisaje será la prueba de que, incluso en los veranos más duros, la esperanza puede renacer.
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